-¿Por que estas tan triste?. Le
pregunto el reloj al lunes.
Por que soy el lunes ,me toca salir ..y
nadie me quiere. Todos están deseando que pase pronto , por que así
llega antes el viernes..que les gusta tanto. Soy el día mas feo
..buuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Pues yo no lo creo, contesto la
manecilla grande mientras se depositaba en el numero siete del
reloj.,estoy viendo a una persona saborear su café mientras lee el
periódico, y veo a otra cantando bajo la ducha..anda y hay otra
persona jugando con sus hijos mientras los prepara para llevarlos al
cole.
El lunes se seco sus ojitos y se
inclino para mirar, no podía creérselo, la mueca de tristeza iba
poco a poco desapareciendo de su cara de lunes
Los minutos contemplaban como otra
persona se ponía el pijama y se metía en la cama con una gran
sonrisa mientras pensaba el el dulce descanso que le daría el lunes
tras una larga noche de trabajo.
-Ves ? Dijo las manecilla pequeña sin
dejar de moverse, - todos están contentos por que piensan que será
otro bonito día lleno de momentos, sus momentos. No importa el
nombre del día, lo que importan son esos momentos que hacen su día.
, y ellos son los que lo tienen que transformar, sin ponerle nombre..
El Lunes, que como siempre se había
puesto su traje gris.,mas por costumbre asumida de su condición de
peor día de la semana, abrió los brazos, cerro los ojos y quiso
dejarse vestir por los corazones que empezaban a vivir el día. Un
precioso color naranja rojizo comenzó a subir por sus piernas, los
brazos se tiñeron de amarillo , el cuerpo se tornó azul cielo, su
cabeza parecía una frondosa ladera verde y nubes, globos ,
sonrisas y notas musicales lo adornaron por entero.
Y desde entonces , los días de la
semana dejaron de tener nombre, jugaban a llamarse como mas les
gustase, “correnata, “, “silbagrande”, “rayotierno”,
“ninfadulce”, “florignomo”, “plumigoma” “lindotrasto”,
jajajaja, que bien se lo pasaban las personas y los días ,
inventando nombres , creando preciosos instantes.
Y aunque en sus días ,también hubiese
instantes en los que un color se empezase a a apagar, siempre venia
otro instante lleno de luz para volverlo a encender.
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